PROGRAMA: “MULTICULTURALISMO” GUIÓN: EMMANUEL RIOS PRODUCCIÓN: ANGEL TEMOSIHUI LOCUTORES: KAREN CLEMENTE, ANGELES CORTÉS, IVÁN FRANCO Y EMMANUEL RIOS DURACIÓN: 12’15’’ | |
OP. ENTRA RÚBRICA DE ENTRADA OP. RÁFAGA KAREN . OP. RÁFAGA IVÁN OP. RÁFAGA ANGELES OP. RÁFAGA EMMANUEL OP. RÁFAGA KAREN OP. RÁFAGA IVÁN . OP. RÁFAGA ANGELES OP. RÁFAGA EMMANUEL . OP. RÁFAGA IVÁN OP. RÁFAGA KAREN OP. RÁFAGA ANGELES OP. RÁFAGA EMMANUEL OP. RÁFAGA IVÁN OP. RÁFAGA KAREN OP. RÁFAGA EMMANUEL OP. RÁFAGA ANGELES OP. ENTRA RÚBRICA DE SALIDA | Seguramente muchas veces has escuchado hablar de los términos “multicultural” y globalización” pero te has puesto a pensar ¿qué significan? ¿De qué manera benefician no sólo a nuestra sociedad, sino al mundo entero? ¿Habrá efectos negativos? ¿De qué manera se relacionan estos dos términos? Pues bien antes de manera breve explicaremos el significado de estos dos términos, ejes principales del tema La globalización es fenómeno que nos ha afectado y nos ha beneficiado de distintas maneras desde hace muchos años, este consiste en una comunicación e interdependencia constante entre distintos países, lo que conlleva a una creciente en los ámbitos tecnológicos, económicos, sociales y culturales, impulsando y unificando sus mercados y culturas. Dicho proceso tuvo su origen en la Civilización Occidental y que se ha expandido alrededor del mundo en la últimas décadas de la Edad Contemporánea (segunda mitad del siglo XX) recibe su mayor impulso con la caída del comunismo y el fin de la Guerra Fría, y continúa en el siglo XXI. Según diversos autores refieren que fue el Gobierno canadiense quien acuñó el concepto de “multiculturalismo” para referirse a su nueva política de finales de los años 1960. Como comenzó por entonces a plantearse allá la cuestión del Quebec como nación diferente de la canadiense y con pretensiones de separación, el Gobierno extrajo el término «multicultural» para denotar las tres entidades sociales de la Federación, la anglófona, la francófona y la de los aborígenes (indios, inuits y mestizos de once grupos lingüísticos y unos 35 pueblos diferentes) que serían etnias compartiendo conjuntamente una única nación. Los francófonos se disgustaron del nuevo término porque ellos no veían la cosa así, sino que veían que Canadá era un conjunto de naciones diferentes, y el Quebec, la suya, era otra más y con derecho a constituir un Estado aparte. Sucedió por entonces que el Gobierno canadiense alteraba también su clásica política homogeneizadora de la inmigración, para tratar a los inmigrantes como si fuesen otras etnias más, fomentando institucionalmente ciertas diferenciaciones en razón de cada grupo de inmigrantes. El multiculturalismo hoy día. Actualmente el concepto no ha cambiado debido a que el multiculturalismo designa la convivencia de distintas culturas en el seno de una misma entidad política territorial. De igual forma es también una teoría que busca comprender los fundamentos culturales de cada una de las naciones caracterizadas por su gran diversidad de culturas en nuestra sociedad. Sabemos que, por naturaleza el hombre socializa, convive, es por esto que desde tiempos muy antiguos ha creado pequeñas sociedades, en las que pueden destacar: tribus, colonias e incluso civilizaciones. De manera concreta y detallada podemos conceptualizar que multiculturalismo es aquella ideología o modelo de organización social que afirma la posibilidad de convivir armoniosamente en sociedad entre aquellos grupos o comunidades étnicas que sean cultural, religiosa o lingüísticamente diferentes. Valora positivamente la diversidad sociocultural y tiene como punto de partida que ningún grupo tiene por qué perder su cultura o identidad propia. En este modelo, la diversidad existente no desaparece sino que se mantiene, se recrea; no desaparece ni por adquisición de la cultura dominante y abandono del original ni por el surgimiento de una cultura integradora con los aportes de los preexistentes. La diversidad cultural se considera algo bueno y deseable, se fomenta la práctica de tradiciones etnoculturales, se buscan vías para que la gente se entienda e interactúe respetando las diferencias. Multiculturalismo globalizado. El multiculturalismo, se convierte en clave fundamental para abrirse paso en este mundo globalizado. Y pieza fundamental donde la competencia de unos puede generar, problemas devastadores en naciones no al alcance de soluciones; donde este multiculturalismo podría ser la re-estructuración necesaria para encontrar todas aquellas soluciones que necesita las pequeñas naciones para realmente llegar al mercado global y encontrarnos con una verdadera globalización y no la falsa idea que tenemos de ella por delante ( buena teoría con mala aplicación para naciones no desarrolladas, que se entendería como la globalización utópica que llevamos a cabo). No hay una cultura única que pueda absorber a las demás, cada una tiene que tener su particularidad, su encanto y sobre todo su razón. Yo diría que en vez de sembrar el miedo y la confrontación, sería mucho más útil apostar por la riqueza, variedad y además por la belleza de la multiculturalidad Los fundamentos esenciales multiculturalismo globalizado, se pueden sintetizar en: Aceptación de las diferencias culturales, étnicas, religiosas, lingüísticas o raciales y su valoración positiva. La organización de la vida en sociedad se realiza sobre bases comunes y respetando las tendencias diferentes así como las complicaciones que ello conlleva. Defensa y reivindicación explícita del derecho a la diferencia, el derecho a ser distinto en valores Y creencias. Se pone el acento en la diferencia como derecho, al mismo nivel que otras situaciones, por ejemplo de sexogénero. Reconocimiento general de la igualdad de derechos y deberes, elemento esencial en todo pluralismo. Teniendo en cuenta los fundamentos esenciales podemos decir que la globalización y el multiculturalismo son dos realidades relacionadas. El aumento de las desigualdades económicas en el mundo ha conllevado la emigración desde las zonas menos desarrolladas hacia las más prósperas, lo que ha supuesto la llegada a los países occidentales de gentes con diversas culturas. Pero, al mismo tiempo, la globalización, en tanta encarnación del neoliberalismo económico, ha supuesto la erosión del Estado del Bienestar y de muchos derechos sociales y, en consecuencia, ha aumentado las desigualdades en el interior de los países desarrollados. De esta forma la integración socioeconómica y cultural de los inmigrantes se ve dificultada. Como resultado, se perfila un escenario con muchas sombras para la convivencia multicultural y la justicia social Barras raciales. Dentro de todo este panorama de convivencia multicultural entran aquellas bardas raciales que son una afrenta a la dignidad humana básica y una violación de los derechos humanos. Las personas con sentimientos humanos, los tratados internacionales, los humanistas y las ONGs tratan de terminar con el racismo, una desafortunada creencia cultural, que transciende en una actitud social, que propugna y afirma que la gente de diferentes grupos humanos se diferencian en valor, y que existen estatus con diferencias sociales, intelectuales, de un grupo en relación a otros. En ocasiones racismo, se refiere a creencias, prácticas e instituciones que discriminan contra la gente de acuerdo a su agrupación racial percibida, afirmada o presunta. También se llama racismo a la ideología política, que defiende la existencia de varias razas de seres humanos y la inferioridad de unas respecto a otras. Hay comportamientos que son discriminatorios y van en contra de la igualdad, como el etnocentrismo o creencia de la superioridad de una raza sobre otra, creencia de las personas que idealizan al grupo y admira las realizaciones de éste, y por otra, ofrece una referencia contrapuesta frente a los grupos exteriores. Ensalza la imagen de sí mismo y la de su grupo y proyecta mediante las creencias compartidas de su grupo, sobre la culpabilidad de las gentes de afuera, que son interpretados a través del modelo de pensamiento del propio grupo: Lo nuestro es mejor que lo vuestro. Es probable que en pocos años ya no existan estos polos de desarrollo y bienestar, que el eje de dinamismo y progreso nuevo se desplace a otros países orientales o americanos. No obstante, sería de desear que el mundo fuera un espacio multicultural y multirracial, donde cada pueblo tenga su espacio de crecimiento y entre todos un espacio de encuentro. En resumen. Se ha tratado de reflejar una realidad muy compleja, que presenta grandes problemas y retos, y que exige respuestas inmediatas. La magnitud del desafío que el globalismo nos plantea es tal que las ideas mismas de democracia, ciudadanía, igualdad y libertad, tan centrales para nuestra concepción de la sociedad y de la política, están siendo cuestionadas o vaciadas de sentido. El horizonte de una economía libre de trabas que extiende su influjo a todo el planeta sin oposición ni control, se abre ante nuestros ojos. ¿Estamos abocados a ello irremediablemente? El neoliberalismo ha inspirado gran parte de las políticas que se han llevado a cabo en el mundo a partir de la década de 1980. Los conceptos de liberalización, privatización, desregulación, flexibilización, eliminación del déficit estatal, control del gasto público, moderación salarial, control de la inflación, reducción de la fiscalidad directa, etc., se han convertido en parte esencial de la ortodoxia económico-política. En parte por la presión de los flujos de capitales y empresas transnacionales, en parte por la escasa resistencia o la entrega voluntaria (e incluso abnegada) de la clase política a los nuevos ideales, muchos gobiernos comenzaron a aplicar este pensamiento único. El mercado reemplazó a la política y los derechos sociales y la ciudadanía pasaron a un segundo plano. Los costosos logros de los años del pacto keynesiano, posteriores a la Segunda Guerra Mundial, con la extensión del Estado del Bienestar, empezaron a desmoronarse. El escenario resultante fue bautizado con el término globalización o, dicho de otro modo, expansión mundial de la ideología económica neoliberal. Como consecuencia, las desigualdades sociales han aumentado espectacularmente, tanto en el interior de los Estados como entre los mismos. En el segundo caso, de hecho, se limitaron a agudizar una evolución histórica de largo recorrido. En este contexto, las migraciones desde los países del Tercer Mundo hacia los más desarrollados han adquirido gran importancia. La llegada de gentes con otros códigos culturales al mundo occidental, y la exigencia de respeto y reconocimiento a estas características diferenciales, suponen un desafío para las sociedades receptoras. Y ello por varios motivos. En primer lugar, el mismo proceso (entre otros) que provoca grandes movimientos poblacionales desde el Sur hacia el Norte (la globalización), es causa del recorte y desmantelamiento de los Estados del Bienestar. Las políticas de redistribución material, y los derechos sociales en general, se encuentran cuestionados. Los sectores menos favorecidos de los países desarrollados han de enfrentarse al fantasma de la pobreza como una posibilidad muy real. En estas condiciones, es fácil entender que estos sectores vean en los inmigrantes tanto a los culpables de su situación, como a potenciales competidores por los escasos y decrecientes recursos que el Estado asigna a la integración social. Máxime cuando el discurso mediático y político dominante culpa a los inmigrantes, o a la competencia desleal de países extranjeros (empobrecidos), de las dificultades económicas. En segundo lugar, existe un componente racial, étnico y cultural. En ocasiones, los inmigrantes tienen costumbres, religiones, colores de piel diferentes, y exigen que estas características sean reconocidas debidamente. Hay sectores de la mayoría que insisten en la imposibilidad de conciliar diversidad cultural con orden y unidad sociales, y que ven en esa diversidad una amenaza para la unidad nacional y cultural. Existe también una historia de estereotipos y prejuicios, de imágenes y representaciones negativas, alimentadas en parte por el etnocentrismo eurocéntrico, que se suman a lo anterior. El renacimiento de los partidos populistas de extrema derecha y de movimientos reaccionarios y fundamentalistas en el mundo occidental, por tanto, bebe de estas dos fuentes (entre otras). La percepción de la pérdida de la esencia nacional, cultural o religiosa, sea interpretada bien como consecuencia del empuje de las fuerzas globales homogeneizantes, bien como efecto de una heterogeneización planetaria (hibridación), contribuye a este refortalecimiento fundamentalista. Sería una grave irresponsabilidad minimizar la importancia de este renacer totalitario, como la Historia del siglo XX ha demostrado. Pero el proceso es reversible. Adquiera la forma tradicional de los Estados o se reorganice en nuevos entes supraestatales (como la Unión Europea), es Imprescindible que la política vuelva a ocupar su lugar y someta a sus designios a la economía. Ante todo, creemos que hay que apostar hasta sus últimas consecuencias por el Estado del Bienestar como agente regulador de la integración social, reductor de desigualdades, ya que el mercado ha demostrado sobradamente su incapacidad para lograr estos objetivos. En su papel renovado, tendrá que dar cabida al reconocimiento simbólico de las minorías. Los derechos sociales ya no serán suficientes para este nuevo Estado del Bienestar: tendrá que incluir, además, los derechos multiculturales. En definitiva, hay que llevar a cabo políticas activas tendentes a lograr la integración socioeconómica y cultural de todos los ciudadanos. Si es necesario, el estatus de ciudadanía tendrá que ser ampliado, flexibilizado, para dar cabida rápidamente a todos. El criterio de residencia, y no el de nacionalidad, deberá prevalecer. Lo que está en juego es la posibilidad de una convivencia más o menos pacífica, basada en la justicia social y en la igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos, más allá de sus identidades particulares. |
3 jun 2011
Guión "Multiculturalismo"
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