4 jun 2011

El Maquinista


Dirección Brad Anderson
Guion Scott Kosar
Música Roque Baños
Reparto: Christian Bale, Jennifer Jason Leigh, Aitana Sánchez-Gijón
País: España
Año: 2004
Duración: 102 minutos


El maquinista es una película de implacable factura técnica. Los escenarios, la iluminación, el guión y la dirección dibujan una atmósfera de pesadilla, insomne y metálicamente fría, que atrapa al espectador en una tela de araña hipnótica y desasosegante. Desde el primer plano hasta el último de ellos el espectador se halla inmerso en una suerte de viaje alucinante en el que la realidad es una línea difusa sobre la que los débiles hilos del destino parecen ceder ante el peso de lo que se muestra en pantalla siempre a un paso de quebrarse.

Esta atmósfera de pesadilla se marca desde el principio ya con la presentación de su protagonista. Tras una breve escena, que convierte la estructura del relato en el cada vez más estandarizado “in medias res”, la película pasa a mostrarnos a su protagonista. El actor Christian Bale, que llegó a adelgazar hasta niveles espeluznantes para la preparación de este papel, se nos muestra semidesnudo durante el comienzo del relato interactuando además con los elementos que definen su vida. El aspecto esquelético de Bale nos transporta enseguida a ese terreno entre la realidad, la locura y la pesadilla sobre el que se desarrolla el resto de la película.

El guión se mueve en ese ámbito con soltura y saber hacer. Escrito con criterio e inteligentemente dosificado, en cuanto a la información y la progresión dramática de lo que se cuenta, consigue mantener al espectador intrigado y atento, absolutamente sumergido en la historia que se cuenta.

La historia que se nos cuenta es la de un hombre que lleva sin dormir un año, y que en consecuencia ha adelgazado hasta extremos que rozan lo inhumano. Su vida se resume en la monotonía de los turnos que trabaja cómo fresador en un taller y los remansos de paz, que no descanso, que halla en la cama de una prostituta a la que frecuenta. Un día ocurre un accidente en el taller donde trabaja en el que el protagonista está implicado. A partir de este momento sentirá la hostilidad de sus compañeros de trabajo entre los cuales algunos ya tenían ciertos problemas con el. Además un misterioso hombre, que parece tener que ver con estos hechos, se cruzará en su vida al tiempo que alguien que entra en su apartamento lo atosiga con un macabro juego del ahorcado.

La película habla sobre la culpabilidad. Este sentimiento que se apodera de las almas y las consume hasta sus cimientos, que late y palpita en el interior del ser humano y que torturará al protagonista haciéndole ver que todo el mundo actúa en su contra. La película no desvela sus cartas hasta el desenlace y no será aquí donde se muestre la jugada antes del fin de partida. Desde luego es un juego de retorcida ensoñación y fascinante desarrollo. Un viaje a una casa del terror, como la que aparece en una escena de la película, que nos hace vivir un intenso y vibrante viaje a los abismos del alma humana.

Quizá el único inconveniente es que, como en el tren de la bruja, solo el primer viaje surte efecto. Una vez se ha llegado al final, un segundo viaje ya carente de sorpresas no resultará igual de satisfactorio.

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